APEGO Y DIFERENCIAS SOCIALES Y CULTURALES.

¿La situación social y cultural cambia el tipo de apego? Veamos algunas consideraciones generales y otras más específicas.

Imprinting y formación de lazos.

Consideremos el apego como el éxito en el proceso de establecimiento de la relación. El lazo sería el componente de las fases iniciales de formación de una relación. En los seres humanos parece estar influenciado en gran medida por el contacto epidérmico entre madre y recién nacido. La atención materna está mediada por hormonas cuya presencia aumenta la predisposición a formar un lazo de apego. Si estas hormonas no están presentes, el lazo se debilita y termina por influir en la calidad del proceso de apego. De ello se concluye que el apego se compromete cuando falta el contacto precoz y que los bebés necesitan contacto físico estrecho durante un cierto período sensible para poder desarrollar el lazo primario que constituye la base de cualquier otro apego sucesivo. El contacto precoz constituye una oportunidad óptima para formar lazos de apego estrecho, pero no es condición necesaria y suficiente para la formación de un buen lazo de apego.

Hechas estas consideraciones generales sobre lo que es el apego y cómo se establece, veamos algunas diferencias sociales y culturales.

Apego y situación económica.

Se puede afirmar que los factores socioeconómicos tienen una importancia crucial para el desarrollo del apego. Una necesidad puede ser más “indulgente” con las interacciones entre niños y cuidador si éste no está demasiado ocupado con el trabajo o por la escasez de los recursos.

Los métodos de crianza preparan a los niños para desarrollar el comportamiento emotivo más acorde con su cultura. Por ello, cabe esperar que los niños criados en sociedades individualistas sean criados de manera distinta a los de sociedades colectivistas.

Investigaciones sobre los estilos de crianza occidentales.

Baumrind (1971) ha identificado tres estilos de padres muy implicados y un tipo poco implicado.

  • Autoritarios: el adulto impone normas sin explicarlas y recurriendo a castigos para asegurarse de que se cumplan. Tiende a hacer que el niño se desarrolle orientado al resultado, lleno de prejuicios, temoroso y pasivo.


  • Con autoridad: el adulto tiene un comportamiento flexible que alterna discusiones con líneas de comportamiento claras y busca responder a los sentimientos del niño. Se desarrollan personas seguras de sí mismas, con capacidad de autocontrol, alegres, cooperativas y curiosas.


  • Permisivos: el adulto deja al niño libre de expresarse dentro de límites poco definidos. Raramente ejerce control o expresa calidez por él. Suele producir rebelión, ausencia de objetivos, pocos resultados y poco autocontrol.


  • Negligencia o abandono: el adulto apenas se implica con el niño. No es controlado, se es muy permisivo y distante. Dan lugar a personalidades antisociales, rebeldes y hostiles.

Investigaciones interculturales.

Barry et al (1957) identificaron seis comportamientos comunes a todas las sociedades para los que son educados los niños:

  1. Obediencia.
  2. Responsabilidad.
  3. Capacidad de cuidar a los otros miembros de la sociedad.
  4. La atención a los resultados.
  5. La confianza en sí mismos.
  6. La independencia general.

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