¿HAY QUE PONER LÍMITES?

Casilda Rodrigáñez escribió un texto sobre los límites que me pareció muy revelador. Muchísimos padres tienen dudas sobre cómo hacer valer su autoridad, si están siendo demasiado permisivos o demasiado autoritarios. El texto completo “¿Poner límites o informar de los límites?” se encuentra en la página web de la autora. Aquí os dejo unos fragmentos.

Hace poco me llamó la atención el título de una charla; era algo así como: “Poner límites, cuándo, cómo y por qué”; estaba referido claro está a los límites que se supone que las madres y los padres debemos poner a las criaturas. Este sin duda es uno de los dilemas más peliagudos con el que nos encontramos todas y todos los que queremos criar y socializar a las criaturas que hemos parido para que sean felices, y no para que le rindan servidumbre a nadie; y con el deseo y la firme voluntad de ser amantes complacientes y no dictadores o dictadoras autoritarias.

En mi caso, la respuesta la encontré en el libro de Françoise Dolto, La cause des enfants . En este libro Françoise Dolto analiza el trato habitual que las madres y

padres dan a sus criaturas cuando empiezan a ser autónomas, y que, salvo excepciones, consiste en darles órdenes sobre todos los aspectos de su vida cotidiana En esta actitud adulta hay dos aspectos importantes: uno es la subestimación de las capacidades (intelectuales, motrices, etc.) de las criaturas. Según Dolto, las madres y los padres subestiman las capacidades y cualidades (inteligencia, sensibilidad capacidad de discernimiento, sentido común, responsabilidad, instinto de supervivencia y sentido del

cuidado de sí mismas, capacidad de iniciativa, etc.) de las criaturas en general, y las tratan como si fueran incapaces por sí mismas de sentir, de pensar, de evaluar las circunstancias de una situación dada, o de tomar la más mínima decisión. (…)

Por su parte Dolto dice que el reconocimiento de las capacidades efectivas de las criaturas nos llevaría a darles una información respetuosa, confiando en su capacidad de discernimiento, por lo menos en una gran medida, en lugar de darles sistemáticamente órdenes. La diferencia entre dar INFORMACIÓN y dar ORDENES es crucial; Dolto pone un ejemplo que me parece muy ilustrativo: a un japonés que aterrizara en nuestra ciudad

no le daríamos órdenes de lo que debe hacer, visitar, etc. sino que le daríamos la información necesaria para que se pudiera desenvolver por la ciudad (cómo funcionan los

transportes públicos, los sitios donde dan de comer mejor y más barato, etc.), o sobre las cosas interesantes que podría visitar, etc. ¿Por qué no tenemos la misma actitud con las criaturas que con el visitante extranjero? Para contestar a la pregunta, hay que tener en cuenta el segundo aspecto al que me he referido antes: la prepotencia adulta. (…)

La actitud con las criaturas es diferente no sólo porque como hemos dicho antes, subestimamos sus capacidades, sino también porque tenemos inconscientemente interiorizado que estamos por encima de ellas, que somos sus superiores y ellas son nuestras subordinadas. (…)

Por eso a l@s niñ@s, por lo general, no se les informa de los pormenores de la economía familiar, de las obligaciones y dificultades de las personas adultas –“no son cosas de niños”, se dice-, y de las limitaciones de todo tipo a las que estamos sujetas. Y por lo mismo, ni se nos ocurre ponernos a analizar conjuntamente las posibilidades de ampliar esos límites, movidas por el afán de complacerles en sus deseos. (…)

Pues está tan arraigada la norma social autoritaria de relación con la infancia, que incluso las madres que han tratado de respetar la etapa primal de sus criaturas y las han dado el pecho a demanda, complaciendo sus deseos, a menudo cambian la actitud de complacencia cuando la criatura empieza a andar y a ser autónoma. Parece como si la complacencia ya no fuera posible; se argumenta a menudo que la criatura al andar sola se puede dar golpes, se puede caer, meter los dedos en los enchufes, romper los ceniceros de porcelana, etc.etc. Luego crecen más y quieren salir a la calle cuando toca comer, o comer cuando toca salir a la calle, etc. Así parece inevitable la autoridad. El decir ‘no’ a los deseos de las criaturas. Dice Dolto que los supuestos peligros que amenazan el

movimiento propio de las criaturas, forma parte de un sistema que se retroalimenta. Porque desde el momento en que en lugar de darles una explicación interponemos un no’, estamos impidiendo el aprendizaje del entorno, y es este desconocimiento del entorno, como dice Dolto, lo que le vuelve peligroso. (…)

Así pues, aunque nos parezca que no nos pueden entender, debemos probar a explicarles la situación conflictiva entre los deseos y los límites; contémosles lo que hay,

poniéndonos en su lugar y comprendiendo sus deseos, sintiendo con ellas la frustración, deseando con ellas que los márgenes para la expansión de los deseos fueran mayores, haciéndonos cómplices y estudiando las posibilidades de eludir lo que no se quiere hacer y de hacer lo que sí se quiere hacer, y poniendo los medios y el poder que socialmente ostentamos al servicio de sus deseos. (…)

Y que no nos quepa la menor duda de que las criaturas se dan cuenta y sienten que sus deseos no nos importan. Cada vez que las madres nos ponemos del lado de los límites sin tener en cuenta sus deseos, les estamos dejando de amar incondicionalmente, y la criatura lo percibe. Y por eso reacciona con rabietas, exigiendo las cosas de manera testaruda, pataleando y armando zapatiestas por cosas aparentemente insignificantes... Pero no cogen pataletas por lo que se les ha negado (un caramelo, el acceso a un objeto…) sino precisamente por el significado afectivo de la negación rutinaria, que para ellas no es otro que un menosprecio hacia sus vidas. Con las pataletas no reclaman el objeto que se les ha negado; están desesperadas porque no tenemos sus deseos – sus vidas- en la consideración que se merecen, y en realidad están reclamando ese amor incondicional que aprecia y que sí le importa lo que ellas desean. Y como la socialización de las criaturas es una negación tras otra de sus deseos, la espiral de la guerra (‘la guerra que dan l@s niñ@s’) y de las zapatiestas no cesa. Fijáos que a veces hacemos concesiones, no por respeto, reconocimiento y empatía con sus deseos, sino para parar la rabieta. Esto, cuando menos, nos tendría que hacer reflexionar. (…)

cuando a esa criatura le dices ‘no puedo porque estoy cansada’, o ‘no lo cojas porque hace falta para otra cosa’, no organiza ninguna pataleta, ni se pone exigente ni testaruda. Bien al contrario, demostrará una generosidad, una comprensión y una complicidad que ya la quisieran muchos adultos y adultas en sus relaciones. En primer lugar porque sabe que le estás diciendo la verdad; porque habitualmente no falseas la realidad ni te inventas cualquier excusa para cerrarle la boca. En segundo lugar porque sabe a ciencia cierta que siempre tienes en cuenta sus deseos, y por lo tanto, cuando hay un ‘no’ no se pone testaruda y exigente, sino que se muestra abierta a entender y a aceptar las explicaciones.(…)

Las madres que se ponen del lado de los límites, también dicen que quieren a sus hijos e hijas. Pero ese ‘amor’, como decía, es un amor que, por adaptarse a la norma social, se ha sublimado y corrompido. Es un ‘amor’ que ha perdido su condición de ‘entrañable’ para hacerse compatible con razonamientos que permiten la negación del bienestar inmediato y los deseos de las criaturas, en aras de algún supuesto bienestar futuro. (…)

Por otra parte, el respeto a las criaturas y la actitud de informar y compartir las dificultades y los límites, y de establecer las prioridades conjuntamente, sirve para no hacer trampas. Porque entonces te das cuenta de que efectivamente muchos de los límites que habitualmente se ponen a las criaturas no están determinados por el mundo y

las relaciones exteriores existentes, sino por la dinámica adulta; porque el ejercicio del mando sobre l@s hij@s, es una de las vías más importantes de autoafirmación de nuestros egos. Toda la vida obedeciendo, ahora aquí soy yo la que mando. ‘Las cosas se hacen porque sí y porque lo digo yo’.

Entonces te das cuenta de que hay un determinado margen de maniobra para complacerles los deseos que normalmente no se aprovecha. Y que se pueden tomar medidas concretas para aprovechar dicho margen; porque nadie nos obliga a tener ceniceros de porcelana, ni mesas puntiagudas, ni aparatos eléctricos a su alcance, ni sofás de terciopelo, ni paredes de gotele, etc.etc. sino que tendremos la casa amueblada y organizada, teniendo en cuenta la existencia de una criatura que tiene tanto derecho como nosotras a deambular y utilizar la casa, según sus deseos (…)

Yo como madre no puedo hacer míos los límites que esta sociedad tiene adjudicados a las pequeñas criaturas humanas, y que son producto de un modelo de sociedad cuyo objetivo no es el bienestar de sus miembros, sino la realización de las plusvalías y de los patrimonios. Mi amor de madre por su naturaleza es incompatible con ninguna cuota de sufrimiento y de infelicidad de mis hij@s; otra cosa es que tengan que coexistir (su infelicidad y mi amor), pero entonces su infelicidad será también mía: Y si bajo la guardia y dejo de luchar por sus deseos, y hago que mi ‘amor’ sea compatible con su infelicidad (si yo dejo de pasarlo mal con la represión de sus deseos), es porque estoy desnaturalizando mi amor de madre y les estoy traicionando. En este asunto de los límites, hay una implicación emocional de primer orden (…)

Así pues, llegamos a lo de siempre: la maternidad consecuente es un permanente cuestionamiento del orden social existente. La maternidad consecuente sería crear el Paraíso para l@s hij@s, y si no podemos ofrecérselo, entonces tenemos que hacérselo saber, que nuestro deseo y nuestro amor de madre es ese; que esa es exactamente la cualidad del amor de madre; pero que como no hay Paraíso, pues vamos a ver lo que podemos hacer para pasarlo lo mejor posible.”

Clarísimo, ¿no?. Recuerda la próxima vez que te enfrentes a una rabieta infantil.

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CÓMO APRENDEN LOS NIÑOS.

Las siguientes ideas están sacadas de “Un niño con nosotros” de Grazia Honegger Fresco, discípula directa de Maria Montessori.

La importancia de los sentidos.

En el proceso de absorción infantil, sus principales herramientas son los sentidos, sus órganos sensoriales, cuya actividad precede a la actividad mental verdadera.

El de mayor importancia es el tacto, a través de toda la piel, la mucosa bucal, la lengua, los labios. A través del agarre al pezón y consecuente satisfacción de su apetito, constituye una de las herramientas cognitivas fundamentales y lo será durante mucho tiempo, más tarde con ayuda de las manos; llevarse a la boca los objetos aferrados es una etapa importante. El tacto no es como el de los adultos, no es simplemente tocar con los dedos, sino analizar manipulando, reconocer un objeto tocándolo, como hacemos cuando buscamos algo en un bolso sin mirar. Por ello son de gran ayuda los masajes y las experiencias en el agua.

Mientras que el tacto y el olfato son fundamentales para reconocer el propio cuerpo y para identificarse a sí mismo y a la madre, el oído es importante para el aprendizaje del lenguaje.

Los músculos ligados a la visión son de los primeros que el bebé consigue mover intencionalmente, para analizar contornos, formas y colores, y para establecer contacto con su cuidador principal.

Por qué los niños repiten.

También los adultos nos ayudamos con la repetición para memorizar algo, como un número o una poesía. Pero mientras que en estos casos se trata de un acto voluntario en los niños se caracteriza por su espontaneidad. Y se puede observar que mide sus fuerzas en relación al entorno. No basta con subir un escalón, sino que empieza desde el primero cada vez, hasta que haya adquirido la destreza que necesita.

La concentración, señal de equilibrio.

Otra característica de la primera infancia es la concentración con que los niños realizan una actividad, aislándose del entorno, a veces incluso en medio del bullicio, ejecutando sus acciones con ritmos y duraciones establecidas por impulsos internos. La infancia, ya que está ligada a la enorme tarea de aprender todo, tiene un fuerte poder de concentración. Pero no siempre ésta es respetada, sino que, a menudo, se interrumpe a los niños en sus actividades, a veces para conseguir otros objetivos (como, por ejemplo, que coma toda la comida).

Así que la concentración puede ser arruinada por las interrupciones constantes pero también como consecuencia de la pasividad que a veces le rodea, y que imita fantaseando solo, soñando con los ojos abiertos. Para los niños la concentración viene dada a través de la manipulación, siendo mejor evitar el esfuerzo meramente intelectual sin usar las manos. A menudo sucede que este hecho se ignora en los colegios y se traduce en las quejas “es que no está nunca atento”.

En resumen, cada petición infantil tiene una duración breve en el período de desarrollo y no se renueva. A menudo se agota antes si respondemos con prontitud. Si pasa el tiempo de adquisición de una nueva habilidad, para conseguirlo, al no ser ya un proceso espontáneo, natural y constructivo, se requerirá esfuerzo voluntario, con el riesgo de que, además, la adquisición sea incompleta o incluso nula.

PREMIO DARDOS.

Hace un tiempo este blog recibió un premio. Gracias a Sybille por dármelo y enhorabuena por tu mudanza de Buntglas a Buntblume. Por mi parte, con un cierto retraso, lo paso a otros bloggers (¿o debería decir otras?, porque creo que son todas mujeres). Y el motivo del premio…Cito textualmente, que así queda más claro: “This Award is given to bloggers who have demonstrated commitment to transmit cultural, ethical, literary or personal valors“

Por favor, pásenlo a otros quince blogs que lo merezcan. Los premiados son:

  1. Pulpos y medusas.
  2. El parto es nuestro.

  3. Comparte tus ecoideas.

  4. Tenemos tetas.

  5. Atraviesa el espejo.

  6. Mama (contra)corriente.

  7. La mamá de Mateo.

  8. Teo y Leo.

  9. Mimos y teta.

  10. Adivina cuánto te quiero.

  11. Dalle un colinho.

  12. Papá conejo y mamá piojo.

  13. Cuatro en la cama.

  14. Bebés y más.

  15. Aventurecofeminista.


ESCUELAS DEMOCRÁTICAS. Responsables de sus propias vidas educativas.

Las escuelas democráticas son una opción más entre las consideradas escuelas “alternativas”. Se podría decir que las escuelas alternativas son llamadas así porque son una opción que es minoritaria frente a la prevalente.

La principal característica de las escuelas democráticas es que la participación en ellas de los alumnos y del personal es libre e igualitaria. Esto se aplica mediante la toma de decisiones conjuntas por parte de todos los participantes en lo relativo a la organización cotidiana y el aprendizaje.

El conocido escritor Tolstoi fue el pionero en la apertura de una escuela de este tipo en su Rusia natal a finales del siglo XIX. Pero la que sin duda mayor notoriedad ha alcanzado es Summerhill, fundada por Alexander S.Neill, en Inglaterra. En la actualidad hay más escuelas democráticas en el mundo, aunque siguen siendo una rareza.

Los aspectos más significativos de estas escuelas son los relativos a:

Currículum:

No se sigue un currículum obligatorio prefijado, sino que se enfatiza en el aprendizaje como fruto de la actividad voluntaria y el mero interés del estudiante por realizarla. Se estimula mucho el intercambio de ideas, la conversación, entre los alumnos, ya que interactuar con otras personas es básico para encontrar los propios intereses. A menudo los estudiantes de mayor edad son “tutores” de los más jóvenes. En definitiva, el alumno es quien decide qué, cuándo, cómo y con quién aprende.

Cada uno es responsable de su propia educación, y deben tomar decisiones constantemente. Hay quien lo considera una forma de “unschooling”.

Calificaciones:

Dada la ausencia de currículum oficial, es difícil poder establecer una clasificación de estudiantes en función de sus logros. Por ello, las calificaciones no existen. Los exámenes que se llevan a cabo son los que el estado exija y los que las universidades requieran para ingresar en ellas

El juego:

No hay ningún tipo de restricción a jugar. Los estudiantes pueden hacerlo tanto cuanto quieran, y sin que nadie dirija el mismo. Los juegos electrónicos están también aceptados. Gran parte del tiempo suele pasarse al aire libre. La mayor parte de los críticos a este tipo de colegios centran sus dardos en la consideración (ampliamente aceptada) de que jugar es perder el tiempo, a no ser que se trate de juegos educativos.

Castigos:

Contrariamente a lo que muchos podrían esperar, sí que existen los castigos o sanciones. Generalmente, se crea la figura del mediador, que intenta que cuando surge un conflicto, escuchando a las dos partes, éstas lleguen a una solución. Pero no siempre es posible. Si la asamblea o el tribunal que se crea para dirimir estos problemas concluye que alguien ha actuado de manera incorrecta, le puede imponer (o no) un castigo.

Más información.

“European Democratic Education Conference 2008”, es el sitio web de la primera conferencia sobre educación democrática. En lengua inglesa y alemana, con algunas partes en otros idiomas.

International Democratic Education Network”, es la página en la que se puede encontrar información con algunas experiencias reales.

“IDE”, es el instituto para la educación democrática. Trata sobre algunas experiencias reales en Israel y recoge material de todo el mundo.

Otros aspectos.

Hace poco visité una escuela que se intenta basar en estos principios. Ellos mismos comienzan reconociendo que están lejos de lograrlo, que encuentran muchas limitaciones. Empezando por los propios profesores, que no proceden de entornos democráticos, que no lo han mamado desde el principio y cuesta mucho cambiar la forma de pensar y de actuar. Es difícil que, de vez en cuando, no salga la vena autoritaria, aún sin ser conscientes de ello. Pero las dificultades vienen también de los estudiantes y de sus familias. Cuando los niños no están habituados a un tratamiento igualitario, democrático, es difícil que lo acepten en el ambiente escolar. Los profesores contaban, por ejemplo, que algunos niños, al tener una libertad que antes no han saboreado, hacen un mal uso de la misma, creando situaciones de difícil gestión. Su conclusión es que los cambios que esta escuela puede introducir son limitados. Que llegar a una escuela democrática auténtica les llevará tiempo, quizá varias generaciones.

Una educadora, que está intentando abrir un centro de este tipo, comentaba que los padres se preguntan justamente si sus hijos pueden convertirse en “raros” o “inadaptados” por recibir este tipo de educación. Para ella, la respuesta es claramente “sí, puede suceder”. Pero al fin y al cabo, lo que se está intentando es educar a estos niños para crear otro tipo de sociedad, con lo que puede pasar que no se lleguen a sentir perfectamente integrados en la existente. Y ella añadía “¿y qué? ¿qué es lo que queremos?”.