Sobre la comunidad china, la información que Lia Chinosi aporta tiene unas ciertas limitaciones. Las madres con las que consiguió hablar nacieron durante la Revolución Cultural, procedían de zonas urbanas y no disponían de ningún tipo de conocimiento de cómo era la vida antes de 1949, ya que sus madres no hablaban sobre ello y encontraban un muro de silencio en torno al tema. Algunas madres se quejaban de ello, ya que no encontraban justo el desconocimiento de las que consideraban sus tradiciones culturales, el conocimiento de cómo criar a los niños, mientras se veían invadidas de modelos americanos y japoneses.
Para comenzar, en la tradición china la familia era el núcleo central, modelando la vida social y colectiva. Ofrecía a sus componentes una gran protección, pero exigía a cambio la sumisión absoluta al jefe de familia.
Embarazo.
Desde 1982, cuando se reforma el derecho de familia, el embarazo es controlado exhaustivamente desde el punto de vista médico. Las ecografías se llevan a cabo pero no se revela el sexo a los padres, para evitar abortos de fetos femeninos.
Durante el embarazo, especialmente en zonas rurales, la mujer no debe usar ni agujas, ni cuchillos, ni tijeras, porque se consideran que amenazan la integridad física del feto. Por ejemplo, se piensa que el uso de tijeras puede causar labio leporino. Así que el ajuar del bebé no viene confeccionado por la madre en este período. O bien lo ha hecho con anterioridad o bien lo hacen los parientes o lo regalan los amigos. En la actualidad, hay una gran cantidad de ropa disponible en los comercios, incluso en zonas rurales. Esta tradición también exime en gran medida de la preparación de alimentos.
En el período de gestación no se deben comer alimentos “calientes”, como las naranjas o el chocolate. Se recomienda dieta basada en verdura y pescado.
Se acostumbra a cubrir el vientre con un paño rojo desde los primeros meses, parecido a un pequeño delantal, para evitar que el feto mire fuera y vea cosas desagradables, así como que la curiosidad le lleve a querer adelantar el nacimiento. El delantal se pasa de madres a hijas, o entre parientes y amigas.
Nacimiento.
Para las mujeres que viven en ciudad, normalmente tiene lugar en un hospital y se considera un asunto femenino. Hasta hace poco el padre no podía estar presente. Los parientes ayudaban simbólicamente a parir abriendo puertas y cajones en casa. En el campo las mujeres suelen dar a luz en casa.
La medicina tradicional intentó intervenir en los partos, imponiendo presencia masculina, lo que provocó grandes resistencias. Así que se limitaron a escribir manuales, dirigidos a los padres, dada la falta de instrucción de las mujeres.
El cordón umbilical se cortaba con fuego, porque ayuda a cicatrizar la herida, nunca con un objeto metálico. La herida del ombligo se curaba cuidadosamente, manteniéndola seca, esparciendo cenizas sobre ella y vendada. De este modo se evitaba que el “veneno” interno entrara en contacto con la humedad externa y se propagara. El miedo de este “veneno fetal interno” llevaba a suministrar al recién nacido un fuerte purgante.
El niño tiene un nombre elegido sólo para él, no se le da el nombre de un antepasado o de otro familiar. Se eligen o se inventan durante la gestación, siendo un nombre asociado a una situación concreta o a un objeto. A cada niño se le asignan tres nombres: el primero es el apellido paterno, el segundo el nombre propio y el tercero un segundo nombre que puede ser común a sus hermanos o al grupo de parientes. El nombre se puede cambiar a lo largo de la vida y en caso de divorcio cambia el apellido. En el caso de los niños hijos de inmigrantes chinos, es común darles un segundo nombre local que facilite la integración y que no presente el problema de una difícil pronunciación.
El permiso de maternidad es de un año para el primer hijo. Con el segundo, prohibido por ley, debe incorporarse a las dos semanas del parto. Si el primer hijo es de sexo femenino se deroga la prohibición y la segunda maternidad tiene los mismos derechos que la primera. Cabe la posibilidad de que el bebé sea cuidado en la guardería del centro de trabajo de la madre, siempre que ésta haya demostrado ser una buena trabajadora. En el caso de no realizar trabajo remunerado, el niño es criado por la familia entera, incluidos abuelos y tíos hasta que comienza la escuela a los cinco o seis años. Este modo de crianza es visto como el más ventajoso, lamentándose los inmigrantes de haberlo perdido con el cambio.
La celebración de la vuelta a casa con el bebé se celebra tres veces: a los diez días se organiza una fiesta con familiares y amigos, con un menú especial con alimentos “largos” como espagueti y hortalizas alargadas, para desear una vida prolongada al neo nato. La segunda fiesta se hace al primer mes. Pero la más importante es el primer cumpleaños, en la que participa toda la comunidad, enfatizando el haber superado esta edad en una sociedad que tenía una alta mortalidad infantil.
Puerperio.
La prohibición, tan frecuente en el área mediterránea, de salir de casa en este período no existe en China según el grupo de madres inmigrantes entrevistado. Pero sí que hay referencias antropológicas que confirman su existencia. Así que, al parecer, la tradición existía, pero la autora concluye que con los cambios sociales desapareció.
Lactancia.
Se recomienda la lactancia para aumentar las defensas naturales del bebé durante el primer período de la vida. En la actualidad, pocas mujeres en la ciudad consiguen amamantar con éxito, quizá “por la alimentación actual, que emplea alimentos poco naturales”, o limitada por los permisos para ausentarse del trabajo. Como alternativa comienza a aconsejarse suministrar leche en polvo artificial, a horarios fijos, cada tres horas hasta los cinco meses de vida del bebé. Era la recomendación predominante en Occidente en la época de mayor auge de la lactancia artificial.
Vestimentas infantiles.
En los 90 comenzó a extenderse el uso de pañales desechables, pero antes de ello se empleaban pañales lavables de algodón ya usado para que fuera más suave. También se describen pantalones con una abertura para poder cambiar más fácilmente en los primeros meses y para permitir una mayor libertad al hacer sus necesidades donde y cuando lo necesitaran al crecer.
Había poca variedad en cuanto a colores, eran obligatorios el verde y el azul.
En la China antigua se recomendaba a las madres no vestir demasiado a los niños, ya que “un niño sano es al 30% un niño que pasa hambre y tiene frío”.
Alimentación complementaria.
A los cinco meses se comenzaba a sustituir una toma de leche materna por una papilla de arroz molido en casa. El siguiente alimento introducido es la sopa de arroz, ya sin moler, pescado y carne. Las verduras llegan a los dos años. Niños y adultos comen separados porque “ellos todavía no tienen los modales necesarios”. Las reglas son muy precisas: 1) sentarse compuestos. 2) comer despacio y no cebarse. 3) la boca debe estar exactamente sobre el plato, para no manchar.
Al no haber industria alimentaria específica para niños, se cocina para expresamente para ellos, tanto en casa como en las guarderías estatales.
Hacia los tres años su dieta es similar a la de los adultos y pueden comenzar a compartir la mesa con ellos.
Sueño.
En zonas rurales los niños comparten la habitación de los padres, junto con hermanos en caso de tenerlos. Sólo a una edad mayor, en caso de que exista la posibilidad, pueden tener una habitación separada. En zonas urbanas, hay mayor disponibilidad de espacio y hay prevista una habitación para el hijo, incluso dos si son de distinto sexo.
Los ritmos externos infantiles dependen de los horarios de trabajo de los padres, como en Occidente. Por ello, se considera que dormir en la misma habitación es un modo de compartir un poco más de tiempo.
No se usan chupetes y está muy mal visto chuparse el dedo.
Primeros pasos.
Antes se usaba una especie de parque, más pequeño que los que hoy consideramos tales, en los que el niño a los siete-ocho meses comenzaba a ponerse de pie, agarrándose con las manos a los bordes. Hoy en día se ponen en el parque, en el tacatá o se dejan libremente por la casa para gatear. En este último caso, se prepara la vivienda para ello. Por ejemplo, se ponen sillas volcadas para impedir el acceso a lugares a los que no deba acceder, y los objetos peligrosos o frágiles se ponen en alto. Además se estimula al niño para que camine, poniendo objetos que le atraigan en zonas visibles y alejadas.
Para las madres es un momento muy deseado el de los primeros pasos. Si no se ha producido hacia los trece o catorce meses, se intensifican los estímulos. La importancia de este hecho se refleja en la gran variedad existente de juguetes de movimiento.
Control de esfínteres.
Es percibido, junto con el inicio de la marcha, como un gran paso en la adquisición de la autonomía. También es celebrado por las madres, que ven, con alivio, descender su carga de trabajo. El control de esfínteres diurno tiene lugar hacia la edad de un año y el nocturno hacia los dos. Se suele elegir la primavera y el verano para iniciar, por la lógica facilidad para secar ropa y por la comodidad del niño en caso de mojarse.
Al niño se le pone ropa interior sin pañal, y se le lleva al baño cada dos horas, indicándose dónde debe hacer sus necesidades. La madre muestra grandes señales de contento cuando ello sucede. Aseguran que en unos pocos días, el niño adquiere el control, ya que “comprenden mucho más de lo que pensamos a esa edad”.
Con la introducción de pañales desechables, el control de esfínteres ha sido retrasado.
Aprendizaje del idioma.
Las madres son, frecuentemente, las mayores transmisoras de la lengua. Sobre todo para las familias procedentes del campo, se enseña el dialecto de su zona de origen y, simultáneamente, el mandarino, que es la lengua oficial, especialmente a nivel escrito. En el caso de inmigrantes a occidente, se enseña, además, en casa, al menos en la descripción de objetos, el idioma oficial del país, para facilitar la integración. Así que deben desenvolverse en tres idiomas.
Juegos.
Los juegos del escondite, la cuerda, la goma, y otros juegos de grupo conocidos en occidente son comunes también en China. Los juguetes son más escasos y se emplean mucho los materiales naturales como la arena, piedras, ramas de árbol, hojas, etc. Las muñecas son pocas y hechas en casa. Es frecuente la confección de objetos de decoración de papel, siendo la papiroflexia un arte que se enseña en la escuela.
Cuentos y transmisión de reglas.
Los mensajes educativos se transmiten mediante cuentos y dibujos animados. Los cuentos los narra exclusivamente la madre y sirven para establecer lazos con el hijo. Pueden ser cantados o narrados, y su función es recordar las normas y recordar las tradiciones, aunque no se perciben como un signo de continuidad con la cultura precedente a la revolución cultural, sino como vehículo para reglas atemporales, morales.
Con la apertura a la cultura occidental, también se introducen cuentos grabados en casettes u otros soportes. Se les reconoce un menor valor afectivo.
La presencia de héroes negativos y violentos es ajena a la cultura china, que da preferencia a las historias con animales como protagonistas y que contienen una enseñanza sobre cómo comportarse.
Salud.
El sistema sanitario chino tiene unas prácticas similares a las occidentales, pero se permite y se ensalza también la medicina tradicional. Tras el nacimiento, se realiza visitas a domicilio con unas indicaciones generales sobre cómo actuar en caso de requerir un médico, eventuales vacunas, y posibles emergencias.
Las madres tienen grandes capacidades para detectar los primeros síntomas de enfermedad, describiéndolos con detalle.
Con frecuencia se emplean hierbas y productos naturales, como el Ban Lan Gen, que es una raíz de la que se hace una infusión para el resfriado.
Entre los inmigrantes existe poca confianza hacia los médicos chinos tradicionales afincados en las ciudades occidentales. Muestran desconfianza al no conocer dónde han estudiado en China y dudan de su competencia.